Nota de opinión
Por Javier Yacoy
Nadie lo esperaba, y yo me incluyo en ese grupo. Javier Milei irrumpió en la escena política argentina hace un año, y desde entonces, ha transformado la forma de hacer política, comunicar y gobernar. Jamás pensé que llegaría a la presidencia, y menos aún que estaría escribiendo estas líneas un año después.
La realidad es que la inflación está en descenso, el país presenta un superávit fiscal y la eliminación del cepo cambiario se acerca. El fenómeno barrial que llegó a la política, presentándose como un anti-establishment, ha perforado los sistemas tradicionales que nos venían gobernando y fracasando una y otra vez.
El anti-casta, más casta de todos, el anti-político más político de todos, ha cumplido un año en el poder sin partido político, sin un equipo consolidado, en medio de una de las elecciones más importantes de los últimos 20 años, debido a la difícil situación que enfrentaba el país.
¿Cómo ganó?
La respuesta, creo, reside en la necesidad de un cambio radical. Mauricio Macri tuvo la oportunidad de liderar ese cambio y, por diferentes razones, no pudo o no quiso. Esto explica por qué muchos de los seguidores de Milei son antimacristas, aunque el propio Milei, curiosamente, no lo es.
La gente estaba cansada de lo mismo de siempre, de las disputas de poder que parecían eternas. A pesar de esto, buscando un cambio, el ministro de economía que tenía al país con una inflación por encima del 200% anual obtuvo un 36% de los votos, llegando al balotaje con más representación que Javier Milei.
Lo que la vieja guardia no comprende
Es que «el loco», como muchos lo llaman, no ha cambiado. Sigue gritando, todavía no sabemos si los perros son de verdad y no se quita la campera de cuero por nada. A pesar de esto, y de las dificultades que aún enfrenta el país, Milei llega a su primer año de gestión con una imagen positiva altísima. No olvidemos que 26 millones de argentinos están bajo la línea de pobreza, y aún así, tiene más del 50% de imagen positiva.
Milei tuvo solo un cargo público antes de ser presidente. El resto de los políticos llevan más de 30 años viviendo del Estado, de los impuestos de los contribuyentes. Lo increíble es ver cómo estos «clavos del Estado» le reclaman a este presidente más de lo que ellos pudieron hacer en más de 70 años.
También es cierto que existe un cambio social y cultural. Nosotros, los de entre 20 y 30 años, vemos muy lejano a Perón, tanto como al kirchnerismo de la honestidad. Estos nuevos tiempos funcionan para escarbar hasta lo más profundo de la vieja política y hacerlos sentir incómodos por las mentiras o las realidades alteradas que nos venían contando. Ojalá todo esto sirva. Poco me importa quien gobierne si quien lo hace gobierna para el pueblo, que somos todos, y no solo un sector.
Me voy a dormir porque al fin y al cabo ya es 11 de diciembre y esta nota quedó vieja, pero cerremos:
El primer año de Javier Milei en la presidencia ha marcado un hito en la política argentina, caracterizado por un estilo disruptivo y un discurso que resuena con un sector considerable de la población cansada de la política tradicional. A medida que el país enfrenta desafíos económicos y sociales significativos, la capacidad de Milei para implementar cambios efectivos y generar consensos será crucial para su permanencia en el poder. Su gestión ha despertado tanto esperanzas como críticas, y su futuro dependerá de su habilidad para traducir.