El país no se paralizó, se defendió.

Por Javier Yacoy 

En San Andrés de Giles, el paro general tuvo una adhesión parcial. Mientras gremios buscaban detener el país, los comerciantes locales abrieron sus puertas como cada día. Una jornada que mostró qué sectores están verdaderamente comprometidos con salir adelante.

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El paro general convocado este jueves por la CGT y varios gremios nacionales pretendía ser un mensaje de fuerza al gobierno. Sin embargo, lo que ocurrió en muchos puntos del país –y particularmente en San Andrés de Giles– demostró otra realidad: el país no se paralizó, se defendió. 

La frase que se volvió viral en redes y medios alternativos –“el paro no paraliza al país, lo defiende”–  posteado por el medio Gelatina, resultó ser mucho más que un eslogan. Fue un diagnóstico preciso de un país que transita una transformación profunda. En Giles, el paro tuvo un acatamiento parcial: las escuelas no funcionaron, los bancos permanecieron cerrados, y las entidades públicas trabajaron con dotaciones mínimas. Pero el dato que marcó la jornada fue otro: los comerciantes abrieron sus puertas como cada día.

Los locales de todos los rubros atendieron normalmente, y muchos trabajadores por cuenta propia siguieron sus rutinas sin mayores sobresaltos. Este gesto, más que anecdótico, habla de un mensaje claro: una parte importante de la sociedad no se siente representada por las formas tradicionales de protesta, ni por las estructuras gremiales que, en muchos casos, parecen cada vez más alejadas de la realidad cotidiana.

El país no se paralizó, se defendió.

Lejos de la narrativa de paralización total que intentaron instalar algunos sectores, lo que se vio en las calles de nuestra ciudad fue otra cosa: vecinos que eligieron el trabajo, la continuidad y la responsabilidad frente a la incertidumbre. No por indiferencia ni por resignación, sino porque entienden que defender su actividad diaria también es una forma de luchar.

El comercio de Giles, que sigue siendo el motor económico local al igual que las actividades agrarias, habló hoy sin necesidad de emitir comunicados ni cortar calles. Abrió sus puertas como símbolo de resistencia serena, pero firme. En un contexto de inflación, incertidumbre y desgaste político, trabajar también es una declaración.

Este paro, más que marcar un punto de quiebre, dejó en evidencia la reconfiguración del mapa social argentino. Y en esa redefinición, San Andrés de Giles mostró estar alineado con una nueva manera de pararse frente a los conflictos: con los pies en la vereda del trabajo, no en el discurso vacío.

Porque el país, hoy, no se paralizó. Se defendió. Y Giles fue parte de esa definición.

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